Estado -en artxiboa

Sobre neo-machismos

Posted in Anarkismoa, Ekonomia, Erlijioa, Gizartea, Kultura, Lana, Politika, Sexualitatea with tags , , , , , , , , , , , , on 2012/03/17 by aselluzarraga

(Euskera)

Estos últimos días he podido leer varios textos que me han puesto a reflexionar sobre los feminismos y los machismos. El último, ha sido en alasbarricadas, del Acratosaurio a quien suelo leer a gusto, al hilo de unas declaraciones de Esperanza Aguirre. En esta ocasión, sin embargo, me ha dado la sensación de que no se aleja del discurso políticamente correcto, en detrimento del texto y de las ideas.

Estos textos que he leído -entre otros, “Pensar la mujer desde el 15-M” y “Una nueva reflexión a 15 de octubre” de Prado Esteban y el mencionado “¿Existe la violencia estructural contra las mujeres?” del Acratosaurio- me han hecho dar estos días algunas vueltas a los conceptos de feminismo y machismo. Es un tema muy sensible y puede dar vía a interpretaciones erróneas; por eso, haré un doble esfuerzo para que las ideas que aquí esbozaré no den pie a alimentar el machismo. Por otro lado, debo adelantar que, como en todos los temas, las reflexiones aquí expresadas no son certezas, que están abiertas a un continuo replanteamiento y que tan solo son conclusiones provisionales.

Antes de empezar, cuando hablo de valores de hombres y de mujeres, tengo que aclarar también, para que no se malinterprete, que me refiero a paradigmas fijados para hombres y mujeres por minorías pertenecientes a la cultura patriarcal judeo-cristiano-islámica -y seguramente a otras culturas patriarcales del mundo que conozco en menor grado-, por quienes históricamente han tenido el poder -hombres en su mayoría, pero no en su totalidad-, ya que soy consciente de que la mayoría de las mujeres y de los hombres que en la historia han sido y hoy son han tenido y tienen un sinnúmero de escalas de valores, gustos, tendencias y personalidades que se alejan de tales modelos en una u otra dirección.

A menudo, la necesidad de ser políticamente correctxs nos ha empujado a tomar por bueno y no cuestionar todo lo que el feminismo dice, desechando las interpretaciones extraoficiales de la realidad que se esconde tras sus ideas principales. Muchas veces, más a los hombres que a las propias mujeres, ya que las personas más críticas con el feminismo oficial que he encontrado son precisamente mujeres, con frecuencia porque sienten que tal discurso les niega el modo que ellas tienen de vivir su feminidad. Por lo dicho, parece que en un momento todxs nos hemos convertido, de la boca hacia afuera, en feministas, como si fuera la principal ideología incuestionable. Pero analizando el modelo social que tal feminismo oficial preconiza, he comenzado a pensar si en él no se estará gestando la irremediable victoria del machismo total. Muchxs toman al feminismo como la cara opuesta al machismo, pero dudo si no es en realidad el ropaje más moderno del mismo machismo. Neo-machismo, después de todo. Es una afirmación arriesgada, y por eso intentaré explicarla con mucho tiento.

Para empezar, debemos ver en qué contexto histórico y empujado por quién surge el feminismo como ideología y, unido a ello, cuáles fueron las principales reivindicaciones, ya que desde entonces y hasta nuestros días, en general, solamente se ha profundizado en esas reivindicaciones fundamentales y seguido la misma línea. Sabiendo que pueden existir muchos tipos de feminismo -entre ellos algunos totalmente críticos con el feminismo oficial, o incluso que abjuran de él o, por lo que presienten en ese “ismo”, también los hay que renuncian a llamarse feminismo-, fundamentalmente me referiré a la rama oficial, al que los Estados capitalistas occidentales impulsan.

No soy experto, pero si hacemos caso a la historiografía oficial, el feminismo, como movimiento, surgió a finales del s. XIX, siendo su reivindicación principal el derecho a voto de las mujeres. Sus impulsoras, si no me equivoco, eran mujeres burguesas de clase media. Junto a ésta, las principales reivindicaciones históricas han estado vinculadas al eje económico: igualdad de oportunidades para trabajar (ser asalariadas), igualdad salarial, igualdad de oportunidades para el estudio -para prepararse para ser asalariada-, igualdad para ocupar cargos directivos en las empresas… También han ido viniendo las ligadas a la política o, más concretamente, al poder, siendo su cima las leyes de “paridad” y cupos que se han instaurado en algunas instituciones. Por supuesto, junto a las citadas, también ha existido la reivindicación de participar en igualdad en todas las estructuras estatales; entre otras, la igualdad de oportunidades para ser juez, policía, soldado… Por otro lado, también surgieron las reivindicaciones vinculadas a la sexualidad, el cuerpo y los roles de género. En cuanto a ellas, las principales serían la reivindicación del derecho al aborto -o a elegir si ser o no madre, que con frecuencia se elige en base a parámetros económicos- y la lucha contra la violencia sexual. Junto a todas ellas, también han existido reivindicaciones menores -también fundamentalmente económicas-, como la exigencia al Estado de una remuneración para los trabajos domésticos de las mujeres o la legalización de la prostitución.

En un primer vistazo, todas parecen razonables y, si damos por bueno el modelo social en que vivimos, dignas de apoyarlas sin pensarlo dos veces. Pero razonables, ¿según qué mirada o escala de valores? Veamos qué papeles y valores se nos ha otorgado desde arriba a hombres y mujeres históricamente y lo veremos con mayor claridad.

Para ello, tomaré un modelo de sociedad, el sistema patriarcal cazador que ha adoptado el principal modelo social y dominador. Y es que, todas las sociedades no obedecen a la misma escala de valores, misma cosmovisión y mismo reparto de roles, aunque la mayoría de las que se nos han dado a conocer coincidan en un machismo estructural o en el patriarcado.

En la sociedad patriarcal, el modelo de la bondad ha sido el hombre. Él es el ser terminado, el líder, la ley, el autentico humano. Sus principales valores han sido la fuerza y la habilidad para cazar y subordinar a lxs otrxs. El hombre no puede parir criaturas y, por tanto, esa cualidad es despreciable, la maternidad tan solo es un obstáculo para cumplir con los cometidos masculinos, la molesta carga de ese otro débil ser, la mujer pseudo-humana -aún más molesta la menstruación que las convierte en “sucias” y “contaminadas”, sobre todo cuando se vive como un obstáculo para las relaciones sexuales-. Además, tener hijas es vergonzoso, el único don de las mujeres es dar herederos varones -sólo hay que leer la Biblia para comprobar que únicamente se mencionan las listas de los hijos de los patriarcas-. Por tanto, las características relacionadas con la feminidad han sido históricamente infravaloradas, y las que corresponderían a los hombres encumbradas. El amor, la preocupación por el prójimo, la ayuda mutua, la compasión, el hogar, la familia… son incomodidades para los hombres. Así que todo ello corresponde a las mujeres -y los hombres que presentan tales tendencias son indignos, maricas, débiles ellos también, porque después de todo son como mujeres-. Todo lo dicho, por supuesto, tomado como paradigma, por ello las pasarían canutas los hombres y las mujeres que respondieran a otras características para aceptarse a sí mismxs tal cual eran y mostrarse ante el resto. Para asegurarse de que ello es así, la religión ha vestido de moralidad el “deber” de las mujeres. La familia es el deseo de Dios, y el deseo obligado de toda mujer -y su destino- ser madre. Que la mujer sea débil es el castigo que merece, porque no es tan digna como el hombre; y es que la mujer es la fuente del pecado -el objeto prohibido de deseo-.

Esa escala de valores asignada al hombre ha sido llevada a su máxima expresión por el capitalismo y el Estado inventados por la ideología liberal, con frecuencia disfrazada de un útil anticlericalismo. En este caso, los valores de la sociedad patriarcal se han utilizado para construir una visión de la economía y del poder -de la política-. Siendo el valor supremo la dominación de lxs otrxs, en la economía igualmente el valor supremo del capitalista (y del Estado) es dominar a los otros empresarios, los mercados, lxs consumidorxs (y Estados); el del político dominar a los otros políticos y a toda la ciudadanía, lograr el poder, el gobierno. La filosofía de Hobbes: una guerra de todos contra todos a todos los niveles. El exitoso, el admirado, el digno de elogio, es quien sale vencedor en cualquier tipo de guerra. La fuerza en contra de la debilidad, puesto que la debilidad -de todo tipo, de ahí la aversión a la enfermedad, al envejecimiento, a la pobreza… y a la feminidad y a la homosexualidad, puesto que todo ello es entendido como formas de debilidad, en el modelo de sociedad patriarcal- es aborrecible. Entre otros, tal era el valor supremo de Nietzsche. La compasión no tiene cabida, ni en la guerra, ni en los negocios, ni en la política. Por tanto, deben despreciarse todas las actividades relacionadas con el amor y el altruismo. La familia tiene una única misión: crear y criar nuevos guerreros y esclavos. Mientras esa misión sea necesaria, la familia es algo aceptable.

Ésa es la tensión interna del capitalismo, en lo que a la familia respecta: a gusto la eliminaría, puesto que es uno de los últimos refugios que escapa a la lógica del odio, pero es necesaria para renovar los brazos que satisfagan las necesidades del Estado -recordemos la sociedad que magistralmente nos dibujó Aldous Huxley, en la cual, gracias a la clonación, las familias se habían convertido en una curiosidad de los pueblos atrasados y salvajes, siendo las obligaciones principales de todos los seres humanos trabajar para el sistema y ser siempre felices-. Por lo tanto, cuando le conviene, el Estado tirará del discurso moralista religioso, para empujar en una dirección, y cuando no le conviene, usará un falso discurso anticlerical y “radical” para equilibrar la situación en el sentido opuesto. Las mujeres -y los hombres- encadenadas siempre entre ambas presiones.

Lo más grave es lo siguiente: en lugar de buscar y valorizar los valores de las mujeres -tantos valores como mujeres, sin duda- y en base a ellos inventar otro mundo, el feminismo oficial e institucional ha asumido los promocionados por el modelo patriarcal y escogido un único modo de buscar la igualdad: el camino para que la mujer se convierta en hombre. Así, ha hecho suya la negativización perpetrada por el patriarcado de todos los valores asociados a la feminidad, y ha construido un discurso contrario al amor, la sensibilidad, la solidaridad, la ayuda mutua, convirtiendo a hombres y mujeres en rivales. No es de extrañar el odio hacia todos los hombres que en algunas se palpa, la androfobia: querer ser eso y no poder. Por desgracia, odian la feminidad de la que no se pueden desprender. Si para los hombres de la sociedad patriarcal cuidar de niñxs, ancianxs, enfermxs… es una carga, una cadena, un obstáculo para el éxito económico, para la mujer patriarcal feminista -neo-machista- se han convertido igualmente en carga, cadena, cárcel todas las actividades guiadas por el amor. Si para los hombres de la sociedad patriarcal los valores fundamentales son el éxito económico y el deseo de poder, las mujeres patriarcales feministas también viven en pos del éxito económico y del poder, en una competición a vida o muerte.

Así puede entenderse también la admiración que las mujeres guerrilleras despiertan entre tantxs hombres y mujeres de izquierda. En ellas se materializa el sueño. Ven la mujer que ha asumido íntegramente la escala de valores de la sociedad patriarcal, la mujer capaz de utilizar la brutalidad al nivel de los hombres, el ser capaz de hacer la guerra y ocupar su lugar en el sistema de arriba abajo jerárquico y disciplinado y que, al mismo tiempo, es secreto objeto de deseo para los hombres. Creo que no es casual que en el último gobierno socialista nombraran ministra de la guerra -Ministerio de Defensa le dicen ahora al que fuera Ministerio de la Guerra, y seguramente tener soldadxs en Afganistán no es más que cuestión de “defensa”…- a Carmen Chacón. Cada cual debe pelear sus propias luchas, por supuesto, y estoy seguro de que las mujeres no necesitan de nadie para pelear las suyas propias -según parece, algunxs feministas piensan que las “débiles” mujeres necesitan de la ayuda del Estado para poder salir adelante-, pero no creo que para ello deban seguir los paradigmas y la estética de lucha instaurados por los hombres.

La labor de lxs feministas podía también haber sido otra: mostrarnos a los hombres la belleza del amor, la solidaridad, la compasión, la ayuda mutua…, enseñarnos a elogiar tales valores, poner ante nuestros ojos la vía para despreciar los valores promovidos por el odio y los deseos de poder y éxito. Así, quizá, en lugar de enseñar nosotros a ellas que las cadenas que las atan son lxs hijxs, las parejas, lxs enfermx y lxs abuelxs, nos habrían enseñado ellas que la verdadera cadena es el trabajo asalariado, que la cadena más pesada que portamos es encaminarnos cada día a un quehacer que no nos gusta y ofrecer las mejores horas de nuestra vida a esa labor, por sacar unas monedas, por tener dinero para comprar las mil tonterías que la televisión nos hace desear. Que mayor goce que el éxito o el deseo de poder, aporta ayudar a quien nos necesita, sin esperar recompensa. Habríamos salido todxs ganando y seríamos mucho más libres para elegir y repartir conjuntamente y en igualdad las responsabilidades y las necesidades.

Por culpa de esta visión castrada de la sociedad patriarcal, hemos despreciado todas esas labores que las mujeres hacían con más frecuencia, mejor o con más amor que nosotros y, lo que es peor, hemos logrado que las mujeres también las desprecien, puesto que no dan “prestigio” en nuestra sociedad. Y eso no sólo ha perjudicado a las mujeres, sino también a los hombres, es decir, a todos los seres humanos, ya que nos hemos limitado las posibilidades de actuar por amor y solamente hemos logrado retrasar la verdadera revolución que necesitábamos -¡ojalá no para siempre!!-.

Por otro lado, cuando las mujeres han entrado en espacios que parecían ser “de los hombres”, han hecho uso de la misma visión impuesta por ellos al desarrollarlos. Después de todo, el estímulo para dedicarse a éstos no ha partido de una decisión libre y consciente de las mujeres -tampoco de una decisión libre y consciente de los hombres-, sino de una operación muy hábilmente pensada por el sistema. Así, como he dicho, el feminismo oficial no es más que neo-machismo. Una inmejorable estrategia para convertir a las mujeres en voluntarias sometidas del sistema diseñado por los hombres. Cada “derecho” “concedido” a las mujeres no ha supuesto un paso para liberarse y lograr la igualdad, sino una cadena más apretada para todxs.

Por ello, si el feminismo desea ser un movimiento que busque la verdadera igualdad, primero debiera realizar esta reflexión: ¿igualdad en qué? ¿en base a qué modelo? ¿igualdad para ser iguales a los hombres, para fortalecer sus valores y enterrar los nuestros? ¿igualdad en el Estado y el capitalismo construido de arriba abajo en base al modelo de sociedad patriarcal? ¿O debiéramos comenzar de cero a construir nuestro mundo, nuestros valores, nuestras relaciones, nuestras personalidades, nuestra sociedad, nuestros cuerpos…, mujeres y hombres, seres humanos, todxs juntxs y en auténtica igualdad?

Pensemos qué “avances” ha traído la igualación de las mujeres con los hombres (¿por qué no al revés, la igualación de los hombres con las mujeres? o, lo más adecuado, decidir conjuntamente en qué y hacia dónde igualarnos y en qué no, puesto que la pluralidad es mucho más enriquecedora, fértil y libre): las mujeres -en algunos países- consiguieron el derecho al voto y… ¿qué gobiernos han salido de esas urnas, qué ha cambiado, han mejorado los modelos sociales gracias a esos gobiernos, han tomado esos gobiernos en cuenta los valores de las mujeres?; las mujeres se han incorporado a los trabajos asalariados que solían hacer los hombres y, ¿no se han visto inmersas en una doble servidumbre, como las propias mujeres anarquistas ya denunciaban hace mucho tiempo, precisamente porque, despreciando las tareas que ellas realizaban, tomadas por molesta carga, los hombres no han estado dispuestos a dedicarse a éstas?; las mujeres se han convertido en cabezas de gobierno -recordemos que hace mucho también existieron reinas y que eso no cambió demasiado la esencia totalitaria e imperialista de sus reinos, baste recordar Inglaterra o el Egipto de Cleopatra- y, ¿qué ha cambiado para bien bajo sus gobiernos, por ser mujeres? Margaret Thatcher y Angela Merkel, Esperanza Aguirre, Yolanda Barcina, Michelle Bachelet…, ¿nos resultan conocidas?; las mujeres han logrado cargos de dirección y administración en grandes empresas y… ¿han perdido sus empresas su esencia explotadora o ha mejorado en ellas la situación de las mujeres trabajadoras?; las mujeres se han incorporado a la policía y al ejército, se han convertido en jueces y…, ¿ha cambiado su esencia represiva, o asesina, su crueldad? recuerdo, al respecto, cuando la Policía Nacional española comenzó a incorporar mujeres en las fuerzas anti-disturbios, que algunos amigos me comentaban -precisamente por la experiencia tenida al respecto- que preferían no ser detenidos por una mujer policía, porque en ese deseo de igualarse a los hombres solían ser mucho más brutales, convertidas, en el nivel de violencia, también en “más hombres que los hombres”, para no mostrarse “débiles”…

Entre las reivindicaciones mencionadas, es muy curiosa la que en un tiempo se hacía para que las amas de casa cobraran un sueldo del Estado -hoy en día está claro que la caja del Estado no está para tamañas alegrías-. En una primera mirada, puede parecer una reivindicación aceptable pero, después de todo, si leemos entre líneas, pueden extraerse dos conclusiones: en este mundo nada puede hacerse gratuitamente o por amor -y las mujeres también debían aprender eso, lo antes posible-, y más digno que aceptar dinero de la pareja es aceptarlo de manos del Estado, porque al parecer eso otorga “independencia económica”. Cualquier cosa que se haga debe ser monetarizada -concretamente, para que tengamos mayor capacidad de consumo, desde luego-. Por supuesto, ese modo de pensar es inmejorable para alimentar la necesidad de Estado. Antes, por ley, la mujer se subordinaba al marido. Ahora, la mujer se subordina al Estado, cada vez más. Tanto en un caso como en otro, jamás es dueña de sí misma. Un objeto siempre, jamás un sujeto, puesto que el propio feminismo ha convertido a las mujeres en objeto, bajo las opresivas cadenas del paternalismo estatal.

Aún más curiosa es, creyéndola feminista, la petición de legalización para la prostitución, como algunxs, teniéndose por muy progres, hacen. El Estado necesita tal reivindicación, para debilitar las posibles prevenciones morales. En definitiva, sería mucho más conveniente que la actividad que desarrollan esas mujeres -y sobre todo los hombres que se ocultan tras ellas- estuviera dentro de la ley y tributaran. Además, estarían más “protegidas”. Parece razonable, así entendido, pero la prostitución, como actividad, difícilmente puede defenderse. Algunxs, como justificación, dirán que algunas putas trabajan a gusto y por voluntad propia, y que a ellas hay que darles la oportunidad de ejercer legalmente. De nuevo, la lectura simplificadora, reaccionaria y patriarcal que conviene a los hombres, máximos beneficiarios de la esclavitud sexual. Si viviéramos el sexo de forma saludable, sin taras morales, sin tabúes y sin complejos, si de verdad todxs, mujeres y hombres, seres humanos, fuéramos dueñxs de nuestro cuerpo y, sobre todo, de nuestra mente, la prostitución no tendría cabida. Por otro lado, por cada mujer que se prostituye “porque quiere”, no me cabe duda de que un millón lo hacen obligadas de una u otra manera y contra su voluntad. Pero la sociedad patriarcal nos ha metido en la cabeza la cantinela de que es el oficio más antiguo del mundo -y algunas miradas izquierdistas han vestido el drama de romanticismo-, nos ha hecho tomar por natural e inevitable una actividad que es la tragedia diaria de millones de niñas y niños, hombres y mujeres. Si de verdad queremos proteger a las prostitutas, si queremos hacer algo por su bien, démosles la oportunidad de dedicarse a otra cosa.

Por otro lado, hay que pensar con qué objetivo se les han “concedido” los “derechos” a las mujeres. Podría pensarse que el feminismo es una ideología construida libremente por las mujeres pero, si analizamos los momentos en que se “acatan” las reivindicaciones “de las mujeres” y sus beneficiarixs, veremos que el tema es muy distinto.

Cuando se concedió a las mujeres el derecho al voto, el voto de las mujeres burguesas y cultas -como hoy, mientras muchas de ellas salían en manifestaciones, las “desagradables” tareas domésticas las realizaban mujeres pobres de segunda clase- era necesario para fortalecer el Estado y el capitalismo -puesto que principalmente serían tales mujeres burguesas y cultas las que votarían- y dar mayor legitimidad a la partitocracia parlamentaria.

Cuando hacía falta más fuerza de trabajo, empujaron a las mujeres a los trabajos asalariados -En EEUU también, cuando necesitaron más fuerza de trabajo “liberaron” a lxs negrxs, para proletarizarlxs y alimentar las industrias del norte, como ahora hacen con lxs inmigrantes del sur, empujándolxs fuera de sus países a través de múltiples estrategias y en situaciones totalmente dramáticas para que ocupen los puestos que lxs europexs no desean y equilibren las cajas de la Seguridad Social y la exigua tasa de natalidad de lxs europexs, en los casos más privilegiados, ya que en los peores los someten a la esclavitud sin papeles en la economía sumergida necesaria para enriquecer aún más a algunxs; poco a poco conceder “derechos” a todxs ellxs puede ser una estrategia muy inteligente para asegurar su fidelidad al Estado, mientras cuando hace falta se echa mano de ellxs para hacerlxs culpables de todos los problemas, en un discurso doble muy interesado-, y siguiendo los dictados de las empresas, se abrieron las Universidades para ellas; de paso, se activó la competencia entre hombres y mujeres en el trabajo, y erosionaron las condiciones de todxs lxs trabajadorxs, porque se podía escoger entre una mayor mano de obra, siendo los sueldos de las mujeres más bajos siempre. Para entender cómo se han deteriorado esas condiciones, es suficiente ver que antes de la incorporación de las mujeres al trabajo el sueldo de una persona de clase media era suficiente para sacar a una familia adelante, mientras que ahora con los sueldos de dos personas de la misma clase apuradamente se llega a fin de mes, entre otras razones, porque se han llevado al extremo las “necesidades” de consumo. De modo que, según parece, el mercado entendió mucho antes que para mantener el nivel de consumo y aumentar las ganancias de las empresas por cada familia deberían trabajar dos personas, como mínimo.

Cuando los ejércitos estaban en crisis, porque en la calle los movimientos en su contra estaban totalmente socializados y aceptados, y porque necesitaban modernizarse, los profesionalizaron y se aceptaron en ellos a las mujeres -y más adelante a lxs inmigrantes; en EEUU se vendió como una medida tremendamente democrática que se “aceptaran” también lxs homosexuales, en una espectacular operación de propaganda en favor del ejército-.

Dando a la mujer mayor lugar en los aparatos del Estado, mucho más que un avance en la igualdad, se ha logrado reforzar el Estado. También el Capital. Es normal. Si durante siglos se ha dicho a las mujeres que dominar a lxs demás, tener poder, enriquecerse materialmente son las cosas más deseables, cuando finalmente se les da la “oportunidad” para acceder a todo ello ¡cómo iban a rechazarlo! Serán las más fervientes defensoras del Estado y del capitalismo, porque ellas también quieren saborear esos placeres tan deseables según los hombres. No es su culpa quererlo así y no podría ser de otra manera tras siglos de adoctrinamiento. Además, si la sociedad que tenemos es ésta, es innegable que las mujeres tienen el mismo “derecho” a hacer las mismas cosas que hacen los hombres en las mismas condiciones -en cualquier sociedad debieran tener, sin necesidad de solicitarlo, total igualdad de oportunidades-. Pero, ¿nos conformamos, hombres y mujeres, con esta sociedad? ¿Nos hemos resignado a este modelo? ¿Hemos tenido igualdad de oportunidades para elegirlo?

Este sistema está alimentado por el odio, el odio es totalmente funcional para el Estado y el capitalismo. Que la sociedad esté dividida, que nos sintamos rivales unxs de otrxs, en competencia, frente a frente. La solidaridad, la unidad, el amor, la ayuda mutua… entre gentes son muy peligrosas para el sistema. En ese sentido, el feminismo institucional ha realizado una enorme labor en favor del sistema, promocionando el odio entre sexos. Se ha hecho interiorizar a las mujeres que la única vía que tienen es asumir los valores de los hombres y competir con ellos en el terreno de combate y con las reglas diseñados por los hombres. En los terrenos en que no se produce una verdadera competencia, hay que crearla artificialmente. Además, el objetivo no es ya ser como el hombre, sino ser “mejor” que él . Los seres humanos son peligrosos y hay que dejar claro que en cualquier tipo de relación no somos humanos, sino hombres y mujeres, bien diferenciadxs y rivales unxs de otrxs.

Además, aunque el Estado, el capitalismo, este modelo social, de por sí, se basan en la violencia estructural, hay que ocultar unos tipos de violencia y poner el altavoz o la lupa solamente a otros pocos. La violencia, en general, es una expresión de una relación de poder, y la utiliza el/la fuerte contra el/la débil -o el/la débil contra el/la fuerte, para que el/la fuerte no se haga consciente de su fuerza-. En base a esa relación de poder, pueden utilizarla lxs progenitorxs contra lxs hijxs, o lxs hijxs contra lxs progenitorxs; pueden usarla lxs patronxs contra lxs trabajadorxs, o lxs trabajadorxs contra lxs patrones; pueden usarla los gobiernos contra la población, o la población contra los gobiernos; pueden usarla los pueblos imperialistas contra los pueblos sometidos, o los pueblos sometidos contra los pueblos imperialistas; pueden usarla lxs ricxs contra lxs pobres, o lxs pobres contra lxs ricxs; puede usarla un miembro de la pareja contra el otro; pueden usarla los seres humanos contra otros seres, u otros seres contra los seres humanos; pueden usarla los hombres contra las mujeres, o las mujeres contra los hombres; pueden usarla los hombres contra los hombres; pueden usarla las mujeres contra las mujeres… Pero, como se ha dicho, entre todos esos tipos de violencia, los altavoces del sistema, los medios, nos bombardearán con unos y callarán otros. La utilización no es neutra, y debiéramos pensar siempre qué se esconde detrás de lo que nos hacen ver. Si al sistema le interesa que veamos algo muy claro, tendríamos que sospechar que por detrás se ha puesto en marcha algún mecanismo que no percibimos.

La violencia contra las mujeres es estructural, y ha sido fomentada por el propio sistema patriarcal. En todas la guerras, violar a las mujeres del pueblo sometido ha sido una de las leyes no escritas -hace pocos años nos tocó ver la otra cara de la misma moneda, durante la invasión de Iraq, cuando nos mostraron la imagen de aquella mujer soldado, llevando como a un perro a un hombre desnudo, y no es de extrañarse, puesto que aquella mujer asimiló todo un sistema y una cosmovisión desde el momento en que decidió convertirse en soldado-. La mujer es fuente de deseo para el hombre -también el hombre para la mujer, como es normal, aunque a veces nos lo quieran hacer olvidar; ambos tan naturales como los deseos homosexuales-, y a menudo la tensión que ello crea se alivia de las formás más bajas. Pero siendo el ejército y las guerras el pilar de los Estados, los actos de los ejércitos en sus guerras no pueden ponerse en tela de juicio y mejor callarlos, salvo que podamos utilizarlos políticamente a nuestro favor, al menos. En el ámbito laboral también, la violencia contra las mujeres -y contra los hombres- es constante, pero no se puede tocar la base del sistema capitalista y hay que alimentar la guerra entre mujeres y hombres para conjurar la guerra entre asalariadxs y propietarixs. En la familia, igualmente, la violencia no está ausente y se manifiesta de muchos modos. Durante mucho tiempo, todo eso se ha ocultado, mientras ha existido un único modelo sagrado de familia y mostrar tal realidad no ha sido funcional. Ahora, por el contrario, hay un enorme interés por poner ante nuestros ojos una -y única- cara de esa violencia. Los casos de violencia en las parejas homosexuales son aún tabú. Le dicen violencia de género, o violencia machista. Por un lado, es innegable que en muchos casos es así pero, sin infravalorar de ninguna manera esa realidad, debiéramos pensar si en todos los casos de violencia entre hombres y mujeres es el género o el machismo la causa, sin excepción alguna. Por otro, debiéramos preguntarnos cuál es el objetivo de poner ante nuestra mirada cada día una sola y única forma de violencia y, del mismo modo, cuáles son sus resultados. Y, sobre todo, como en toda forma de violencia, si las medidas que se toman son para hacerla desaparecer o si persiguen otro objetivo. Si estamos profundizando en las razones de la violencia, o escondiéndolas y mostrando sólo los síntomas. Al parecer, Stieg Larsson perdió la vida por plasmar la realidad que se ocultan tras unas cifras de escándalo en un país “ejemplar” cono Suecia. Claro, es mucho más fácil dar razonamientos simples y unidireccionales y aferrarse a ellos que intentar comprender todas las complejidades que pueden tener los problemas, sobre todo si tales complejidades tocan las raíces mismas del sistema.

En efecto, ¿podríamos esperar algo distinto en una sociedad basada en el odio, la competencia, el consumismo y la violencia, cuando encontramos nuestra guía espiritual en la doctrina de una televisión que sólo muestra basura? Los seres humanos estamos perdidos y no tenemos asideros éticos ni herramientas para enfrentar los conflictos, las frustraciones, la soledad, la impotencia, los miedos, la ansiedad… El amor ha perdido valor, hace tiempo, la sociedad esta desestructurada y ha perdido el sentido comunitario, y están trabajando para debilitar y destruir los refugios que nos quedaban -la familia y el grupo de amigxs, principalmente-.

En esa visión de la igualdad que estoy analizando sólo se ha mirado a la lucha económica y de poder perteneciente a un modelo y, además, como era imprescindible ocultar los valores que se esconden tras dicho modelo y hacer desaparecer la espiritualidad y la ética, ante nuestros ojos únicamente se ha mostrado el género, el sexo, la parte biológica que separa a mujeres y hombres. Se ha querido igualar a la mujer con el hombre, y no al revés, ni fuera del modelo impuesto. Y las relaciones entre ambxs se han convertido en una competición cara a cara. Así, no es raro que los hombres y las mujeres actuales tengamos tantas dificultades para construir nuestra personalidad, vivir nuestro sexo y construir nuestras relaciones. Las mujeres -y los hombres- deben escoger entre el modelo impuesto por la moral o la senda impuesta por el interés económico. No tienen forma de construir desde sí mismas su camino, su modelo. La ideología izquierdista “progresista” y “revolucionaria” les ha enseñado que deben romper las “cadenas” impuestas por la naturaleza y enfrentar la moral clerical, combatiendo para ello a los hombres o convirtiéndose ellas mismas en hombres. La moral cristiana les ha enseñado que son una máquina para el placer del hombre y para traer hijxs cumpliendo la voluntad divina. Al parecer, no hay otro modelo. Y ambos modelos han sido erigidos por la misma sociedad patriarcal machista, en ambos casos, despreciando los valores éticos y personales de las mujeres y sus posibles modelos sociales.

La forma de vivir su cuerpo está también entre dos fuegos. Por un lado, deben cuidar su cuerpo para capricho de los hombres, moldearlo según los deseos de ellos, responder a un concepto concreto de belleza. Por otro, se les ordena que renuncien a su deseo de seducción, que sean desconfiadas con los hombres, ya que si no serán dominadas por ellos. Unxs y otrxs han decidido que las mujeres no son capaces de decidir por sí mismas qué quieren y qué necesitan; otrxs deben interpretar siempre qué deben sentir y cómo deben interpretar sus cuerpos, su voluntad, su libido, los comportamientos que los hombres tienen hacia ellas… Si no entienden las relaciones como lxs feministxs han impuesto, es porque están colonizadas y son machistas sin saberlo. Si no son como las mujeres que la publicidad muestra o no viven en pos de los intereses y actividades impuestos por la sociedad, no serán nada en la vida, no lograrán el éxito.

Por desgracia, las palabras de Esperanza Aguirre -no en el sentido que ella les ha dado, sin duda- son tan ciertas como las de el Acratosaurio. La moral cristiana les pide que sean madres y esposas devotas y esforzadas, las empuja a tener hijxs -y el aborto se convierte en un privilegio hipócrita de las familias ricas que pueden pagarlo aunque se muestren contrarias a él-. Pero la religión feminista, las necesidades actuales del Estado, las quiere luchando por la “libertad” económica y dispuestas a sacrificar lo que sea por trabajar a la par de los hombres; trabajadoras, antes que madres o parejas; el dinero por delante del amor. Por añadidura, el goce, el placer, la felicidad se han de buscar por obligación, tienen una forma unívoca de interpretar y no están vinculados con la responsabilidad, puesto que la base son los derechos, no las obligaciones. Así, difícil es pensar que a las mujeres les quede mucha libertad para elegir. Igual que no nos queda mucha a los hombres, pero en un nivel más perentorio. Quien se convierte en madre y renuncia a ser asalariada porque así lo ha sentido -quizá, sin más, porque no le ha apetecido convertirse en sierva de una empresa- tendrá que dar mil explicaciones a lxs otrxs y a sí misma para “justificar” su decisión, sobre todo si se tiene por progresista, izquierdista y revolucionaria. Es curioso, los últimos años he conocido varios escritores que, cuando han tenido hijxs, por criarlxs, han renunciado a su labor creativa y han dejado la escritura para otro momento -y sin vergüenza comentan que sus hijxs son su felicidad-, progresistas y de izquierda todos ellos, de gran conciencia, y, quizá porque son hombres, y no mujeres, que han hecho su elección, no sé si nadie les ha dicho que lxs hijxs, la pareja y el hogar son obstáculos y que no deberían renunciar a su pasión para vivir una vida subordinada. Quisiera saber qué habrían tenido que escuchar si hubieran sido mujeres…

La publicidad capitalista es un ejemplo inmejorable de lo dicho. Seguramente, mucha gente recordará el anuncio en blanco y negro de una conocida marca de electrodomésticos de la época franquista. En él, una bella mujer de clase media del estilo cuidado de la época miraba, con angustia y esperanza, de pie y desde atrás, al marido, uno de esos galanes franquistas de las películas, que comía el pollo preparado por ella. Una vez que el marido elogiaba la delicia del plato, la mujer recobraba el aliento y decía para sí misma dirigiéndose a su moderna cocina, agradecida: <<Cuántas horas de felicidad vas a darme>>. El anuncio es el paradigma del machismo de aquella época. Pero hace un par de años, en Chile, me tocó ver un anuncio que es el paradigma del feminismo institucional, machista a ultranza. La perfecta combinación del machismo reaccionario y del feminismo patriarcal progresista. Después de todo, era solamente la versión moderna del anterior. En este caso nuevamente, la anunciante era una conocida marca de electrodomésticos. La protagonista era una mujer joven, bella -es decir, según el patrón de belleza de nuestra época-, esbelta, dinámica y moderna. Nos decía orgullosa que ella, al mismo tiempo, era chef -cocinera del hogar-, psicóloga -madre-, experta en idiomas -madre de nuevo, ayudando a lxs hijxs con los deberes-, trabajadora de no se qué sector -aparecía en una moderna oficina-… y no se cuántas cosas más. En todas las actividades sonriente, fresca, sin vestigio alguno de cansancio. Por todo ello, se decía a sí misma: <<Estoy orgullosa de ser una super-mujer>>. Y, gracias a los electrodomésticos, parecía ser “más libre”. Creo que por algún lado también figuraba el hombre que debía vivir feliz con tal super-mujer. La marca de las “super-mujeres” era anunciada también en un programa de farándula por una de sus presentadoras, ella también mujer bella, moderna y “emancipada”. Después de todo, viviendo atada a mil y un trabajos, parece mostrar que es más que el hombre y, al parecer, esa explotación extrema debe ser motivo de orgullo y alegría.

Si se quieren extraer conclusiones, diría lo siguiente: soy partidario de todos los tipos de igualdades, pero la igualdad sólo es posible en libertad. Sin embargo, la libertad necesita de una condición: que todas las opciones estén al mismo nivel. Por lo tanto, en un modelo social patriarcal, mientras el Estado y el capitalismo rijan, una verdadera igualdad entre mujeres y hombres -y entre seres humanos en general- es imposible, puesto que en un sistema en el cual la escala de valores ha sido impuesta por los hombres (por algunos hombres, la minoría, la elite), no hay igualdad de oportunidades para que cada cual escoja en función de su propia escala de valores. En una sociedad en la que los valores supremos son el éxito económico y el poder, no puedo elegir si mi prioridad es conseguir un sueldo y ascender en el trabajo, o dedicarme a una actividad cuya única recompensa será el amor. De hecho, necesitamos mucho más que igualdad entre mujeres y hombres: igualdad de oportunidades para todos los seres humanos. Si hubiéramos aprendido a amar y valorar los trabajos y roles que antes cumplían las mujeres, como cuidar de niñxs, progenitores, enfermos, mantener la casa en condiciones y prestar los alimentos -sin olvidar que han hecho siempre muchas más cosas que esas, sobre todo todas las mujeres campesinas y obreras que siempre han existido-, y todas las actividades que se realizan por amor y sin pedir pago, si hubiéramos dado a las mujeres la oportunidad de enseñarnos algo, preferiríamos, tal vez, todas éstas al trabajo asalariado, y en lugar de considerarlas cargas, las asumiríamos todas ellas a gusto. Entonces sí, existiría la posibilidad de elegir, mujeres y hombres, en igualdad, libertad y sin adoctrinamiento, si queremos ser madres o padres -o si no queremos serlo-, qué labor queremos desarrollar, cuáles son nuestras prioridades, cómo y con quién queremos vivir nuestra sexualidad, qué y para qué queremos aprender… Dicho de otra manera, libertad para escoger en qué, con quién y para qué queremos utilizar nuestro tiempo y cómo queremos vivir nuestra feminidad o masculinidad -o ambas-. Pero sería peligroso para el sistema, porque, seguramente, tanto mujeres como hombres nos daríamos cuenta de que no queremos realizar la mayor parte de las cosas que hacemos -que el sistema necesita- y que no merecen la pena, que no necesitamos la mayoría de los productos que consumimos y que nos hacen daño a nosotrxs y al medio ambiente del que somos parte, y que es posible construir sociedades basadas en otras escalas de valores, levantadas desde su origen en igualdad y consensuadamente. La violencia también tendría mucho menor espacio, y tampoco aceptaríamos la sistémica.

Para concluir, quiero aclarar otra cuestión. Al leer el texto, podría interpretarse que en mi opinión en todos los procesos impuestos por el patriarcado, en los del pasado y en el nuevo impulso de estos últimos siglos, las mujeres han sido simples víctimas y objetos pasivos. Hacer algo así sería de nuevo coincidir con el discurso neo-machista, y me situaría fuera de la realidad. No. Para cambiar las cosas debemos aceptar que en la instauración del patriarcado las mujeres han hecho tanto como los hombres. Por un lado, de forma activa, puesto que muchas mujeres se han visto beneficiadas por la explotación y el reparto de roles en que se ha basado el patriarcado, estando en la cima de la pirámide, en la sombra o a la vista. Entre lxs impulsorxs del neo-machismo, por supuesto, y entre sus beneficiarixs, no faltan mujeres. Por otro lado, de forma pasiva, aunque no hayan impulsado directamente el sistema patriarcal, porque muchas mujeres, como muchos hombres, se han sentido cómodas en él. En cuanto a esto también, el Discurso de la servidumbre voluntaria de La Boétie cobra pleno significado. Para que una minoría someta a una mayoría es imprescindible que la mayoría se muestre dispuesta a vivir doblegada por la minoría. La pasividad, renunciar a la libertad, aunque nos haga perder nuestra humanidad, es muy tentadora, porque nos simplifica la vida. Por último, en todos los tiempos, no han sido pocxs las mujeres -y los hombres- que han enfrentado al sistema patriarcal haciendo uso de unas u otras estrategias, ya que para sabotearlo se han empleado muchas maneras -tomar las armas tan solo es una de ellas, y la mayoría de las veces no ha sido la más eficaz para lograr cambios en profundidad -, y en ellas las mujeres también han sido protagonistas. Así que, en la senda para derrotar al patriarcado -y a la Iglesia, el Estado y el Capital creadas por él- y cambiar la sociedad de raíz, no creo que haya luchas de hombres y de mujeres, y esa división sólo logra debilitar a mujeres y a hombres. Hay una única lucha para emancipar a toda la humanidad, a realizar todos los seres humanos conjuntamente, en igualdad de oportunidades y consensuando estrategias y objetivos. Si entendemos eso de esta manera, daremos un gran paso en el camino hacia la emancipación de la mujer y la verdadera igualdad, puesto que sin mujer emancipada no hay hombre emancipado, como no hay blancx emancipadx sin negrx emancipadx, u homosexual emancipadx sin heterosexual emancipadx. Mi auténtica libertad solo se realizará cuando todxs lxs demás sean igualmente libres. Las cadenas de lxs otrxs también a mí me encadenan. Como La Boétie vio preclaramente, la cadena de la tiranía que utiliza para atar al pueblo ata al propio tirano. tanto como al pueblo Si alguna vez habéis paseado a un perro lo entenderéis fácilmente. La correa que sujeta al perro y limita sus movimientos también nos sujeta a nosotrxs y limita nuestros movimientos. Si queremos librarnos de la correa, la única salida es soltarla y liberar al perro. La situación del tirano es más trágica ya que, a diferencia del caso con el perro, él sabe bien que si suelta la cadena ,el pueblo libre no volverá para lamer su mano, sino a buscar su cuello.

Tendríamos que empezar a redefinir los paradigmas, ¿no?

La izquierda monárquica y la apología del Estado (renovando las cadenas)

Posted in Anarkismoa, Euskal Herria, Gizartea, Oroimen historikoa, Politika with tags , , , , , , , on 2012/01/16 by aselluzarraga

(Euskaraz)

Hemos entrado en el año 2012, para algunxs, en el año del fin del mundo. Dejando a un lado pronósticos apocalípticos, sin embargo, para algunxs vascxs y algunxs españolxs también es un año para echar la vista atrás. Unxs, celebrarán el segundo centenario de la primera piedra colocada para sepultar definitivamente una íntegra visión del mundo y, desintegrando para siempre los últimos vestigios de democracia que pervivían en el pueblo, ensalzarán la primera victoria del Estado liberal capitalista, es decir, la Constitución de Cádiz de 1812. Lxs otrxs llorarán al viejo reino perdido en 1512, al reino de Nafarroa. Unxs y otrxs coincidirán en un punto: la adoración al Estado-nación.

La lógica de lxs primerxs es totalmente comprensible, aunque deba ser combatida con fuerza por quienes creemos en la libertad. Son defensorxs a ultranza de la España una, grande y libre, y tal constitución es uno de los principales símbolos de su victoria ideológica.  En cambio, la lógica de lxs segundxs es más difícil de entender, realmente curiosa. Y es que últimamente se han escuchado y aún más se escucharán con creciente presencia los discursos apologistas del reino de Nafarroa, partiendo precisamente de algunxs vascxs que se presentan como de izquierda. En cierta medida lo puedo entender, hace tiempo, durante una breve época, a mí también me afectó la fascinación de esa lectura parcial de la historia. De modo que a esa segunda efeméride me referiré en este texto, para aclarar, cuando alabamos con nostalgia el reino de Nafarroa, que estamos reivindicando. La dimensión de este texto y su humilde intención me exigen resumir y simplificar, y tan solo pretende ser un punto de apoyo para el debate y para un desarrollo más extenso de las ideas.

Para aquellxs que viven con la nostalgia del reino de Nafarroa, aquél fue el Estado vasco, fundamento de nuestras libertades y argumento principal en favor de la independencia de la Euskal Herria actual. De este modo, por aquí y por allá leeremos lemas que nos traen a la mente otros más dudosos, como “Euskal Herria una y única”. Estas personas no pueden entender una independencia de los pueblos sin Estado, no les entra en la cabeza. Teniéndose por totalmente vascxs, no se dan cuenta de que su pensamiento está colonizado, que sueñan con replicar las formas adoptadas de una visión del mundo ajena, con desprecio por los pueblos vascos que tanto aman.

De por sí, es curioso que alguien que en el s. XXI se tiene por izquierdista e incluso marxista se defienda una monarquía. ¿Debemos entender que una monarquía que debió perderse en hegoalde en el 1512 era el pilar de nuestras libertades o de las de lxs vascxs de aquella época? ¿Que damos por buena una corona si a la monarquía le añadimos el epíteto de “vasca”? El error, como veremos, es doble. Por un lado, la corona, el mero surgimiento de la monarquía, fue la primera losa para sepultar las libertades populares, el primer golpe para que lxs vascxs perdieran su independencia o su interdependencia opcional. Por otro, aquella monarquía poco tenía ya de vasca. Era una monarquía francesa y, en gran medida, gobernaba en beneficio de los francos, en perjuicio de lxs euskaldunes.

¿Cuál es el origen del reino de Nafarroa? Echando una mirada a la historiografía, veremos que su creación parte de Iruña, la Pompaelus de entonces, y así, en sus inicios, será llamado reino de Pompaelo, Pamplona o Iruña, si se prefiere. La Pamplona de entonces tenía poco que ver con las libertades de lxs vascxs, sus costumbres y su cultura. Siendo una ciudad fundada o refundada por los romanos, era una urbe organizada según sus leyes y visiones. Los francos también le darían su visión, igual que los visigodos. Y a la organización jerárquica y clasista y a su carácter militarista le debía que en ella se enraizara una oligarquía militar impulsada por su división de clases Quien tenemos por primer rey, Eneko Aritza, conformó su reino gracias al impulso de los Banu Qasi, para hacer frente a los carolingios. Los Banu Qasi eran una casta convertida al Islam, quizá de origen romano-hispano, quizá visigodo. No parece que vasco

Sea como fuere, ¿qué trajo el reino a lxs vascxs que vivían en montañas y valles? Convertirse en súbditxs de un rey, con todas las consecuencias que eso supone. En adelante, la democracia popular, que se manifestaba en las asambleas o concejos populares de los pueblos, estaría en perpetua tensión con las ansias de poder del Rey, retrocediendo la independencia del pueblo año a año. Tal imposición haría uso de un argumento principal: la fuerza militar.

Las relaciones entre vascxs hasta entonces horizontales se fueron verticalizando, y fue la monarquía el vehículo utilizado para que el cristianismo también se convirtiera en religión oficial única, puesta fuera de la ley la cosmovisión original, pagana. También fue la institución que convirtió en lengua oficial entre la nobleza el latín y las lenguas romances.

La conversión de Euskal Herriak en Estado sólo fue en detrimento de lxs vascxs. La democracia popular (es redundante, pero hoy en día, cuando la palabra democracia se muestra tan corrompida, debemos ponerle adjetivos que debieran ser innecesarios, para diferenciarla de la actual dictadura partitocrática) quedará bajo una constante amenaza creciente, tomada, en lugar de por el sistema de gobierno que el pueblo se daba a sí mismo, por un privilegio o regalo que el Rey (o el Señor) le otorgaba con “magnanimidad”. Las propias Juntas Generales, serían a menudo utilizadas en favor de los intereses de la oligarquía y en contra del pueblo. Claro ejemplo de ello es que, durante un tiempo, la ley de las Juntas Generales de Bizkaia obligara a que, para tener representación en ellas, los pueblos enviaran alguien que supiera castellano. De ese modo, durante largo tiempo muchos pueblos que no contaban con castellanoparlante alguno quedaron sin voz, hasta que se logró derogar dicha ley. No es casualidad que los fueros viejos y nuevos se redactaran tan tarde y en romance Para entonces, ya existía una elite local dispuesta para reinterpretar la voluntad popular conforme a sus intereses y recoger tal interpretación por escrito. La desconfianza que lxs vascxs tenían a lo escrito (fueran contratos, leyes o literatura) era bien sana y prudente, vaya que sí. Llamar hoy en día a las instituciones territoriales Juntas Generales parece una macabra broma. De los restos de espíritu democrático que conservaban las de cierta época sólo les queda el nombre, también ellas convertidas en un coto para la lucha por los intereses de partido, también ellas mera copia de la dictadura parlamentaria impuesta por la Revolución Francesa.

Se mire por donde se mire, crear estructuras estatales fue el primer golpe para restringir la independencia de los pueblos, y debiéramos tomar como punto de partida de la pérdida de independencia de lxs vascxs la creación de reinos y señoríos, de estructuras jerárquicas y centralizadoras, mucho antes de 1512.

Por otro lado, la versión oficial nos dice que la pérdida del reino de Nafarroa trajo la pérdida del Estado vasco pero, ¿era realmente un Estado vasco aquél que se “perdió” en 1512?

Para entonces, la oligarquía de Bizkaia hacía tiempo que había tomado la decisión de convertir a su Señor en Rey de Castilla, por matrimonio. La mayor parte de Gipuzkoa y Araba también estaban en manos de Castilla, por decisión de los jefes de Estado de cada territorio o por ocupación militar Para entonces, a cambio del respeto de los fueros, las instituciones de Lapurdi también habían decidido aceptar su integración en Francia, y Baiona había sido ocupada militarmente. Zuberoa también había vivido una ocupación militar. Y en ese reino de Nafarroa que quedaba, ¿quién gobernaba? Desde hacía mucho tiempo, tras la muerte del último de la dinastía Ximena, la nueva monarquía había sido traída desde Francia, de la familia de Champagna. Eso había sucedido en el s. XIII. Es decir, que desde el s. XIII, el reino de Nafarroa había estado en manos de dos dinastías francesas, de la familia de Champagna en un principio, y de la de Foix más adelante, estando durante un breve periodo repartida entre los reyes de Francia y Castilla. ¿Eso era el Estado vasco? De hecho, sólo tenemos que ver qué sucedió después de la conquista de 1512 con el Estado vasco “libre”, para conocer con claridad qué trajo la monarquía: en 1589, 77 años después de la famosa conquista, el rey de Nafarroa aceptó convertirse también en rey de Francia, por matrimonio, convirtiéndose para ello al catolicismo, y el siglo siguiente un sucesor suyo decidiría unificar ambas coronas. Tal vez, si Castilla no hubiera conquistado Nafarroa, hoy en día todxs lxs navarrxs serían francesxs, gracias a “su” rey. Y no es de extrañar, fijándonos en el origen de dichos reyes “navarros”. Después de todo, su origen era francés, ¿no?

Además, conviene recordar que la “pérdida” del reino fue instigada o facilitada por las disputas entre los poderosos engordados bajo el manto protector de la monarquía, en gran medida. Las luchas entre agramonteses y beamonteses que nada tenían que ver con los intereses populares abrieron las puertas a tal conquista. Las competencias, juegos sucios y corruptelas para lograr el poder en el Estado vasco, en la monarquía vasca, eran las mismas que había y aún hay en cualquier otra monarquía y cualquier otro Estado. El label vasco no las convertía en más populares, ni más dignas, ni más honestas, ni más democráticas, ni más generosas.

Y un buen número de personas de izquierda miran a esa historia para reivindicar el Estado vasco, para ensalzar una monarquía. También ellxs dirigen su mirada a las decisiones de los poderosos, las oligarquías, los tiranos, según su concepción interpretan la historia de los pueblos. Ello explica que también den por buena otra forma de dictadura de importación, aquélla a través de los partidos políticos y los parlamentos.

Sin embargo, Euskal Herriak debieran mirar a otra historia, a la historia que los señoritos, las elites, los curas, los nobles y los burgueses no han querido escribir, a la historia de lxs de abajo que han intentado en la medida de sus posibilidades borrar y hacer olvidar. Es decir, a la historia de los pueblos, porque tan solo en esos pueblos, en los pueblos soberanos organizados en red, voluntaria y horizontalmente está la clave para una independencia verdadera o, para ser más exactos, para una interdependencia voluntaria. Todos los Estados, sea éste francés, castellano, español o vasco, trabajan, desde su propia fundación, solamente en pos de la destrucción de la libertad, la autoorganización, el apoyo muto y la propiedad comunal de los pueblos. Lxs nuevxs monárquicxs, lxs nuevxs apologistas del Estado, debieran repensar qué significa ser de izquierda. Debieran pensar, cuando reivindican el Estado vasco, si también están pidiendo todo aquello que un Estado implica, es decir, un ejército vasco, una ley vasca de extranjería, una policía vasca, cárceles vascas, represión vasca, capitalismo vasco… Viendo que están dispuestxs a justificar una monarquía vasca, me temo que también deben estar dispuestxs a justificar todo lo anterior, convirtiendo el autoritarismo también en algo hermoso y deseable con sólo colocar por delante un “vasco”.

Si en los centenarios de este año hay algo que debamos reivindicar, que sea la abolición de todo Estado y la soberanía de los pueblos, y que hagamos camino para que Euskal Herriak alcancen la libertad individual y colectiva. Declaremos todos los Estados, las monarquías y las constituciones enemigos de los pueblos, opresores de los pueblos. Por ejemplo, Udalbiltza podría haber sido un modelo interesante, si hubiera sido una institución para la coordinación de las verdaderas asambleas populares organizadas lejos de los intereses partidistas, reflejo de democracia directa, en la senda de una soberanía de facto, pero por desgracia, se ha quedado en algo muy lejano a ello, convertido en otro escenario dentro de las luchas por el poder. Reivindicar los sistema de arriba abajo que han funcionado de sepultureros de los modelos de abajo arriba no va a hacer un gran favor a la libertad.

Lxs libertarixs tenemos una responsabilidad histórica para, frente a todo Estado, impulsar una construcción realmente popular, y estamos en el año adecuado para sumergirnos en tal tarea. Como nos ha mostrado Jose Mari Esparza en su libro, en la historia han existido numerosos mapas que han recogido a Euskal Herriak, que han reflejado diversas visiones e intereses políticas y administrativas. Ya es tiempo de que más allá de las decisiones de los de arriba, de los vencedores, los pueblos vascos, las gentes vascas, por voluntad de todas las personas que hoy viven en nuestros pueblos, soberanamente, libremente, dibujen un mapa configurado desde abajo

Zer gertatzen da Kolonbian? – ¿Qué sucede en Colombia?

Posted in Ekonomia, Errepresioa, Gizartea, Politika with tags , , , , , , , , , , , , , , , on 2010/03/22 by aselluzarraga

Latinoamerikako egoerarik larrienetakoa, hain zuzen ere. Horregatik, “eman ta zabal zazu”.

La imagen del Terrorismo de Estado en Colombia: ayuda a difundirla. Rompamos el silencio que sustenta al genocidio!

El Terrorismo de Estado en Colombia ha desaparecido a más de 50.000 personas, ha desplazado de sus tierras a más de 4,5 millones de personas, mediante sus militares y su Herramienta paramilitar.

imagen de Areito, contexto Azalea Robles
www.kaosenlared.net/noticia/imagen-terrorismo-estado-colombia-ayuda-difundirla-rompamos-silencio-s

<!– –>La imagen del Terrorismo de Estado en Colombia: ayuda a difundirla, Rompamos el silencio que sustenta al genocidio!

7.500 presos políticos en Colombia, son completamente invisibilizados por los mass media…. Son sindicalistas, estudiantes, maestros, campesinos, ecologistas, todos ellos del pueblo, encarcelados en su mayoría bajo burdos montajes judiciales y condenados por “terrorismo”… La cantidad de presos políticos en Colombia es escandalosa, y sus condiciones de vida son infrahumanas, ya que el Estado colombiano es unos de los principales Estados torturadores en el mundo (OMCT). Pero la   subvaloración mediática de estos miles de presos políticos, ha domesticado incluso las mentes de personas de “izquierda”, que no los reclaman debidamente.

·                El Terrorismo de Estado en Colombia ha desaparecido a más de 50.000 personas(1). El Terror Estatal ha desplazado de sus tierras a más de 4,5 millones de personas, mediante sus militares y su Herramienta paramilitar, así ha ofertado las tierras vacías de habitantes y reivindicaciones a las multinacionales y al agro-industrial.

La CIA mantiene al criminal Estado colombiano(mediante planes sistemáticos de exterminio de la oposición, como el plan “LASO” o el plan “Baile Rojo”); la oligarquía colombiana y las multinacionales tienen a ese Estado como su instrumento para viabilizar el saqueo, acallando resistencias y reivindicaciones sociales; y el dinero del narcotráfico es co-gestionado por la oligarquía paramilitar de Colombia y la CIA…con ese ingreso financian las masacres contra la población colombiana (porque además del dinero público de los impuestos del pueblo, hacen falta sumas rápidas en ciertas operaciones del Terrorismo de Estado, y la gestión del narco da esos réditos). La CIA a su vez, usa los dineros del narco para financiar sus operaciones encubiertas contra los demás pueblos que busquen liberarse: golpes de estado (el caso más reciente siendo Honduras), desestabilización y financiación de paramilitarismo contra el proceso de emancipación de Venezuela, paramilitarismo contra la resistencia en Honduras, reactivación de terror paramilitar en Perú(particularmente en las zonas de alto interés para las empresas mineras),inyección de Maras y estructuras destinadas a la desintegración social en Centro-América, coordinadas en Guatemala por las sanguinarias PAC de Ríos Montt, etc.

Ayuda a denunciar al Terrorismo de Estado en Colombia, que perpetúa el genocidio contra el pueblo, gracias al silencio y a su mascarada de “democracia”.

Notas:

(1) Terrorismo de Estado, 50.000 desaparecidos en Colombia: http://justiciaypazcolombia.com/50-000-personas-desaparecidas-en

Azalea Robles en Kaos en la Red

El conflicto winka y la propiedad

Posted in Anarkismoa, Ekonomia, Gizartea, Jatorrizko herriak - Pueblos originarios, Oroimen historikoa with tags , , , , , , , , , , , on 2009/10/17 by aselluzarraga

Antes de nada hare una breve aclaración terminológica, al hilo de lo que ya hace unos meses escribía en euskera sobre el uso perverso de la lengua (quizá un día me anime a traducir ese artículo, pero no prometo nada). Estamos acostumbrados a escuchar en los medios hablar del “conflicto mapuche”. Sin embargo, teniendo en cuenta que hoy la Araucanía es parte del Estado chileno, fruto de lo que se llamó la “pacificación de la Araucanía”, y si los supuestamente pacificados, los mapuche, vivían ya entonces en paz, y quien está en paz no necesita ser pacificado, es obvio que el conflicto que hoy se vive fue generado por quienes violentaron esa paz, por el Estado chileno, y por tanto el conflicto es causa del winka, y no del mapuche. Así que, en primer lugar, llamemos a las cosas por su nombre y hablemos del conflicto winka.

Pasando al asunto que quería tratar, el otro día escuchaba en CNN Chile al ministro Viera-Gallo hablar del conflicto en cuestión. El 90% de su discuso sonaba bien, para ser un ministro del Estado chileno quien argumentaba. Viera-Gallo admitía que fue el Estado Chileno quien, tomando por suyas unas tierras que los mapuche utilizaban para su desarrollo, las regaloó a colonos holandeses, alemanes, españoles…, y que por tanto, esas tierras en justicia pertenecían a las comunidades mapuche. Sin embargo, después de dejar tan nítido que se trató de un robo por parte del Estado y un regalo ilegítimo a personas con el claro objeto de colonizar, a la hora de explicar la dificultad de subsanar el daño, tropezó con un concepto que es el padre de toda la estructura estatal actual: la propiedad. Según el ministro, para una posible solución entraban en conflicto dos derechos: el derecho del pueblo mapuche a disfrutar de las tierras que siempre le dieron sustento, y el derecho de propiedad de los colonos, puesto que ellos contaban con títulos de propiedad legales entregados por el Estado chileno. Eso, que a simple vista a muchos les parecerá realmente un conflicto de derechos, no puede de ninguna manera ser tratado como tal, y menos en pie de igualdad. ¿Por qué? Sencillamente porque la propiedad no es un derecho, sino un privilegio otorgado por el Estado y mantenido de forma coercitiva, violenta, al cual el derecho legítimo no puede enfrentar en igualdad de condiciones.

Este ejemplo le habría sido muy útil a Proudhon para ilustrar lo que hace ya siglo y medio defendió brillantemente en su imprescindible obra, ¿Qué es la propiedad?, cuya lectura recomiendo encarecidamente. No voy a repetir aquí la impecable argumentación que el anarquista francés utilizó para, uno por uno, desarmar todos los argumentos que históricamente, desde el derecho y desde la economía, se han utilizado para definir y justificar la propiedad; no es necesario ante un caso tan claro. La tesis de Proudhon se resumía en una escueta frase: la propiedad es el robo. ¿Necesitamos un ejemplo más claro para corroborar su aparentemente provocativa sentencia? El caso del conflicto winka es bien claro, y demuestra además por qué todos los Estados se aferran a perpetuar la mentira del derecho de propiedad: la propiedad es la base misma de la existencia del Estado, puesto que el Estado no es sino el propietario máximo de una porción de terreno de este planeta. Abolir la propiedad significa abolir el Estado, por no ser más necesario, pues no hay propiedades que gestionar desde arriba. Como el Estado no puede suicidarse, debe aferrarse con uñas y dientes a un concepto que, claramente, es enemigo de la justicia, de la igualdad, de la libertad y de la seguridad. La propiedad es el “derecho” por el que se conculcan todos los demás y, sin embargo, el más defendido y amparado. Tal vez porque, siendo ilegítimo, necesita de toda una parafernalia legal y coercitiva para protegerlo, disfrazarlo y hacerlo aceptable por la sociedad. Veámoslo en el caso que nos ocupa.

Un pueblo pacífico vive ocupando una tierra que le da lo que necesita para vivir. Este pueblo sólo se organiza de forma bélica cuando su paz es amenazada y su sustento puesto en peligro. Después de resistir a cuantos quisieron despojarle de sus derechos y someterlo a la esclavitud o la extinción, llega por fin el Estado que, decidiendo que desea esas tierras para su mayor gloria, violenta a ese pueblo y después lo “pacifica”, lo somete y lo “integra” en su sistema legal y administrativo. A partir de ahí el Estado se constituye en propietario de esas tierras y legitima, bajo esa propiedad, el robo de lo que no utilizaba y era ocupado y dominado por otros. El derecho de propiedad del Estado, por tanto, se basa en la conculcación del derecho de posesión anterior (aclaro que posesión y propiedad son terminos contrarios: yo poseo la casa en la que vivo, pero siendo arrendatario, es otro, que no la posee, quien tiene la propiedad de ella y quien saca un beneficio, una renta, de mi posesión en favor de su propiedad) del pueblo mapuche. Una vez perpetuado el robo y sancionado mediante la propiedad, el Estado es dueño de hacer con el territorio lo que quiera, de modo que decide, no ya vender, sino regalar bajo títulos de propiedad parte de ese territorio robado a colonos para asegurarse que esas tierras no son recuperadas. Los nuevos propietarios se hacen gratuitamente con un “derecho” sobre algo previamente robado, son los complices, consciente o inconscientemente, del robo.

Ahora que al Estado se le complica la situación, por las legítimas demandas de quienes fueron historicamente robados por él, y sobre todo desde que esas demandas se han empezado ha hacer de forma violenta, piensa en la situación. El problema es que los Estados, con su actuar, siempre se crean problemas mayores porque ahora, según las leyes que él mismo inventa, existe, frente a un pueblo con demandas legítimas, con un derecho a usar para su sustento unas tierras que por voluntad jamás quiso dejar de usar, el “derecho” de propiedad de los terratenientes. Enredado en su propia incompetencia, piensa como solución ir comprando esas tierras para entregarlas a las comunidades a quienes les fueron robadas. Es obvio que la propiedad se basa en el rendimiento, uno es propietario para que su propiedad le rinda, le dé beneficio, así que los propietarios esperan, no ya el beneficio que hasta ahora durante larguísimos años les ha aportado algo que recibieron gratuita e ilegítimamente, sino el beneficio futuro, el rendimiento que esas tierras les daría de seguir siendo propietarios, la capitalización de la propiedad. Ningún propietario renuncia voluntariamente al mayor beneficio posible. De modo que, el Estado, debe robar al pueblo, vía impuestos, reduciendo de otros gastos, para dar satisfacción a las demandas de los propietarios y comprar unos terrenos que en su día regaló.

Por supuesto, el tema es más complejo porque algunos de los propietarios actuales no son los que recibieron como regalo las tierras, sino que en su día pagaron por ellas, adquirieron la propiedad por compra. En ese caso podría pensarse que es legítimo que pidan un precio por ellas, ¿no? Pues no lo creo así. Esos compradores compraron algo robado, aunque no lo supieran, y durante todos los años que han sido propietarios han tenido ocasión de recuperar, por la rentabilidad de la propiedad, el dinero de la compra y sus posibles intereses. Ya se han beneficiado de lo que compraron y no merecen indemnización alguna. De hecho, tanto los colonos originarios (y sus descendientes) como los posteriores compradores, en los casos en que los haya, han obtenido de la sociedad un beneficio mayor y deberían considerarse más que pagados por el uso y abuso de su propiedad ilegítima todos esos años.
Pero entonces, ¿qué hacer? ¿Dejarlos sin sustento, incluidos esos pequeños propietarios que realmente actuaron de buena fe y a duras penas sobreviven de lo que las tierras les dan? ¿Para subsanar una injusticia cometer una nueva? Eso suele hacer el Estado generalmente con los problemas que él mismo genera. Sin embargo, una solución anarquista y justa sería, esquemáticamente, la siguiente: de acuerdo con las propias comunidades mapuche, dar la oportunidad a los actuales propietarios a que, renunciando al título de propiedad, posean la cantidad de tierra de la que ellos mismos, individual o colectivamente, sin explotar ni hacer uso de terceros, puedan sacar su sustento, dejando libre uso de todas las demas tierras a las comunidades mapuche. A aquellos propietarios pequeños, humildes, cuyo único error es querer subsistir en un mundo monopolizado por la gran propiedad y haberlo hecho adquiriendo unas pocas de esas tierras, debiera dárseles la oportunidad de seguir poseyendo las tierras que puedan trabajar, o colectivizar sus tierras con otros pequeños propietarios o con las propias comunidades mapuche. Eso puede hacerse en las tierras actualmente ocupadas, o haciendo un nuevo reparto según las necesidades de todas las partes y por mutuo acuerdo. En cualquier caso, todos los títulos de propiedad, basados, como dije, en el robo, quedarían sin valor legal, y todas las tierras que los antiguos propietarios no pueden trabajar por sí mismos y exceden a su sustento serían de nuevo poseídas por los mapuche para su propio desarrollo social y comunitario.

Para aquellos que, tal vez viendo que el enorme negocio que poseían y su capacidad de explotar el trabajo ajeno se difuminan de este modo, no quieran la posesión de ninguna tierra, no puede existir en modo alguno indemnización. ¿Cómo indemnizar por desposeer a alguien de algo que, no sólo no le costó nada, sino que le rindió beneficio durante largo tiempo? El Estado, en todo caso (ya que aún estamos lejos de su abolición), debería encargarse de calcular si, aquellos que compraron propiedad de buena fe, han recuperado en esos años lo que pagaron, y si son capaces, mediante sus recursos actuales, una vez desposeídos de la tierra, de comenzar una vida digna en otro lugar. En el caso de que lo que pagaron no haya sido recuperado o estas personas no tengan recursos para comenzar una nueva vida digna, sería responsabilidad del Estado subsanar esas carencias, pero sólo esas. Lo que es realmente de locos, y deja bien al descubierto la falta de justicia e igualdad en las leyes y en un sistema económico basado en la propiedad y el capital, es comprar por cantidades millonarias unas tierras que fueron robadas y entragadas gratuitamente a quien posee cuentas bancarias más millonarias aún, fruto de la explotación y el robo.

Desde unas bases anarquistas, horizontales e igualitarias, no es difícil dar a cada cual lo que es justo y posibilitar una convivencia cultural que permita a cada comunidad su propio desarrollo. Cuando el ánimo de lucro desaparece nacen la justicia y la ayuda mutua. La propiedad mata a ambas.